Hoy está el mar en calma, como una balsa de aceite, como
un plato llano. El Helimer y la Salvamar acaban de salir. Hoy, viene patera.
¿Qué
impulsa a mil personas a saltar una valla? ¿Por qué una embarazada se juega su
vida y la de su bebé en un barco de plástico?
Niños, adolescentes, adultos hombres y mujeres… ¿Qué tienen en común
para jugarse su vida?
Desde
hace unos años, vemos en televisión que la llegada de pateras a las costas del
mediterráneo es algo habitual. Cambiamos de cadena para no ver imágenes
desagradables, nos lamentamos, nos quejamos, pero la mayoría de las veces nos
preguntamos el porqué. Conflictos en sus países de origen, la búsqueda de un
futuro mejor para sus hijos, un trabajo, un hogar, una vida segura, es lo que
suele mover sus corazones.
Vivimos
una dramática situación, que a veces pasa desapercibida. Los que habitualmente
atendemos a estas personas a su llegada a la costa, voluntarios de Cruz Roja (Equipo
de Respuesta Inmediata en Emergencias - Atención Humanitaria al Inmigrante, ERIE-AHI ) – tras ser atendidos en
primer lugar por Guardia Civil o Salvamento Marítimo- nunca nos acostumbraremos
a las caras de sufrimiento.
Son
las 4.00 am, llaman a tu móvil. Es el jefe de equipo de esta semana. Das un
bote de la cama y te dispones a cambiarte el pijama por el uniforme. En 5
minutos estás listo. Mientras esperas junto a tus compañeros al filo del
muelle, el sonido de las olas chocar contra el resto de barcos atracados relaja
tu inquietud.
Fotografía: S.P.M.
Ese olor a mar, esa humedad característica. Al fondo se escucha
un motor. A veces iluminados por los focos de las cámaras de televisión,
nuestras espaldas aguantan el tipo. Vamos haciendo triaje al verles en el
barco, sentados, agazapados, a veces tiritando de frío, otras veces aguardan
inquietos de pie, como nosotros. Nos encontramos a la bajada del barco, una
mirada, un brazo en su hombro que agradecen con una tímida sonrisa. Las mantas
y nuestras manos son nuestro primer contacto.
Fotografía: Juande Molina.
A la llegada a los módulos policiales, personal
sanitario y humanitario dan ropa seca, comida, bebida, atención sanitaria y
primeros auxilios. Se les presta una atención integral, comunicándonos en sus
respectivos idiomas, normalmente inglés y francés. Tras esto, pasan a disposición
judicial, que forjará su futuro en tierra europea o deportación.
No
nos importan los intereses políticos, ni su religión. No juzgamos, no
preguntamos, no nos importa el color de la piel. Aliviamos el sufrimiento con
una caricia, con una sonrisa, cubriendo las necesidades básicas. Hacemos
respetar la dignidad de las personas mirando cara a cara, sin mascarillas que
oculten nuestro rostro. El calor de las mantas es una metáfora del calor
humano.
Que
no nos acostumbremos nunca al sufrimiento humano, que no veamos como algo
normal los duros viajes en una barcaza. No dejemos que ideologías políticas no
nos dejen ver el sufrimiento en los rostros de los jóvenes, de los niños que
son el futuro, y en los adultos que vienen buscando un futuro mejor para sus
hijos que permanecen en sus países de origen. No permitamos que se vulneren los
derechos humanos de cada persona. Como sanitarios, no podemos ser impasibles al
sufrimiento; como personas, no permitamos las injusticias humanas.
Solo
si atiendes al inmigrante después de días de viaje en una patera, puedes
entender la inmigración. Solo si un bebé te quiere abrazar tras un largo viaje,
se entiende la inmigración. Las caras de agradecimiento al darles una manta,
algo de comida y algo de beber, no pueden borrarse de nuestras mentes. Los
abrazos furtivos, las sonrisas robadas al verse a salvo de los conflictos
bélicos, no podrán borrarse de nuestros corazones jamás.
Fotografía: Juande Molina
Por
todo ello, y por algunas cosas que no se pueden contar- solo se pueden vivir-
seguiremos trabajando duro, seguiremos disponibles semana tras semana. Sea la
hora que sea. 24 horas al día, 365 días al año. Sea Nochebuena o Nochevieja.
Siempre dispuestos a dar calor con un abrazo cuando las mantas no son
suficientes, dispuestos a sudar dentro de la ambulancia por ti, por ellos y por
los que vengan.
¡Gracias equipo, gracias siempre!
E.L.D.
E.L.D.
Real, sin adornos, objetivo, directo. Enhorabuena por este artículo y enhorabuena por esa gran labor.
ResponderEliminarLa sensibilidad que nos transmites en este artículo es tal, que personalmente pensé estar por unos segundos allí mismo.
ResponderEliminarCerré los ojos, y oí el sonido de mar batiendo en barcos atracados, la humedad del mar, la noche turbia, la espera.... las miradas nerviosas, las manos y cuerpos temblorosos, alguna sonrisa, algún llanto... Luego pensé, que suerte que E.L.D. estaba allí, respiré abrí los ojos y se me llenaron por un instante de lágrimas los ojos.
Ahora sí creo que entre nosotros hay Ángeles.
Gracias por vuestra gran trabajo !!!
Quien así describe las cosas, es porque las ha vivido. Vosotros sois los verdaderos protagonistas, desinteresado, el resto apenas contribuye a incrementar la visibilidad de una situación. Estar dispuesto a enfrentar la tragedia a cualquier hora, sin más preguntas, solo eso, "estar ahí, estar con, estar para ....", sin esperar más retorno que una mirada. Quizá ese sea el pago, una mirada limpia que te calienta el alma, un "flash" efímero que reconforta en tiempos convulsos. Es de admirar que haya gente como vosotros, faro y espejo de una humanidad perdida que solo presta atención a sus estómagos insaciables. Alguien "a quien puedo seguir", ... que le dirían a Thorin escudo de roble, ...¡Seguid así!" y permitidnos ser parte de vuestros relatos. Gracias E.L.D. y un abrazo.
ResponderEliminarEntrañable experiencia de aquellos que, realmente, están en contacto con personas que llegan en las peores condiciones a las puertas de nuestras casas. Sin preguntarse ¿por qué?, ... el hecho es que están ahí sin pedir nada, ... a cambio de una mirada, un flash de segundos que les calienta el alma. Sin duda sois un ejemplo, generosos de espíritu, nobles de corazón, ... una estirpe en extinción "alguien a quien seguir",que le dirían a Thorin "escudo de roble". Seguid así, y hacednos partícipes de vuestros relatos de vida. Un abrazo ELD.
ResponderEliminar