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lunes, 13 de octubre de 2014

ENTREVISTA AL DIRECTOR DEL CENTRO DE MEDICINA TROPICAL. CASO ÉBOLA EN ESPAÑA.




AGUSTÍN BENITO | DIRECTOR DEL CENTRO DE MEDICINA TROPICAL

“Una persona expuesta no debió estar todo ese tiempo sin controlar”

El responsable del Centro Nacional de Medicina Tropical lamenta que no se vigilara a la auxiliar en cuanto mostró síntomas: "A la mínima, tendría que estar controlada"


Agustín Benito Llanes, director del Centro Nacional de Medicina Tropical, en Tenerife. / RAMÓN DE LA ROCHA

Como director del Centro Nacional de Medicina Tropical y desde suexperiencia en África con el primodel ébola, el virus Marburg, Agustín Benito Llanes (Madrid, 1959) considera muy poco probable que el brote vaya más allá de la fase actual en España y pide calma a este "país de tertulianos" en el que los políticos "solo escuchan a los mediocres". Tras una tertulia con colegas como el inmunólogo colombiano Manuel Patarroyo y el parasitólogo español Santiago Mas-Coma en el marco del Campus África, este biólogo lamenta que el protocolo inicial no estuviera más encima de gente que, como la auxiliar infectada, había estado en contacto con un enfermo de ébola. Aunque sus conocimientos se centran en malaria y chagas y no en el virus mortal, explica que "trabajar con el ébola es muy complicado" y asegura que "el protocolo lo tienen que cambiar y, de hecho, ya lo han cambiado". Para Benito, el desmantelamiento del Sistema Nacional de Salud supone que puedan surgir más imprevistos conteniendo enfermedades tropicales y recuerda que nuestro país tiene tradición de luchar contra estas enfermedades ligadas a la pobreza: "Debemos seguir teniendo recursos para investigarlas y combatirlas".

 ¿Falló el protocolo de actuación durante esta crisis?

Respuesta. En alguien que ha estado trabajando en un procedimiento de riesgo con un paciente infectado, la posibilidad de transmisión es muy limitada, pero es posible, y las medidas tienen que ser las más estrictas. El protocolo lo tienen que cambiar. Una persona que ha estado expuesta al virus, a la mínima tiene que estar controlada. No debió estar todo ese tiempo sin controlar. Yo hubiera modificado el protocolo haciendo que esa gente, de alguna manera, asistiera de manera activa al lugar de trabajo para hacer controles rutinarios, que es lo que se está haciendo ahora. Es decir, que el protocolo en realidad ya se ha cambiado. Esto no tenía que haber ocurrido, como en el primer cura. Y la realidad es que todos estamos aprendiendo según suceden las cosas.

P. ¿Cabe el riesgo de que se extienda?

R. El brote se va a controlar, no estamos en África. Si en las condiciones en las que se trabaja en África, aun así, no se ha producido una pandemia y estamos en 8.000 infectados... Mientras aquí tomemos las medidas normales, no va a ir a mayores. Tampoco se esperaba un contagio, porque era improbable, pero podía ocurrir.

P. La auxiliar manifestó síntomas el día 29 de septiembre y no fue ingresada hasta el 6 de octubre. ¿Tendría más posibilidades si la hubieran ingresado antes?

R. El proceso hubiera sido similar. En condiciones normales, depende de que tú puedas generar una respuesta contra el virus. Y eso es independiente de que tú te tomes un paracetamol o de que te estén poniendo un antivirus. Ingresarla en la primera fase, cuando tiene las primeras fiebres, no hubiera producido que esta paciente tuviera más posibilidades de salvarse. En los días 29 y 30, cuando está en su casa, el virus es incipiente, con un grado de infectividad bajo. En la fase actual, en cambio, son imprescindibles los cuidados intensivos, en la UCI, que permiten un margen de mejora importante.

P. ¿Cómo logra el organismo vencer al virus?

R. No lo sabemos bien. Por eso se está probando de todo, a ver qué funciona. No se están ni haciendo ensayos clínicos. Es todo tan urgente y la situación es tan de emergencia que tanto la UE como EEUU te permiten utilizar tratamientos experimentales, como ZMapp, que ha sido usado solo con animales. Son medidas que te pueden funcionar o no, es tirar a ciegas a ver cómo funciona. La hipótesis que se está usando es la de un suero hiperinmune de otros enfermos que han sobrevivido, que tiene anticuerpos y plaquetas que ya reconocen el virus, que sirve de reforzamiento del sistema inmune y que facilitará que la persona se cure.

P. En el caso de los misioneros la situación era distinta, ¿mereció la pena repatriarles?

R. Los religiosos eran gente mayor, con unas condiciones médicas previas, patologías cardiacas. No tiene sentido llevar un hospital allí porque cuando llega ya es tarde. Porque no es tan fácil llevarlo. Las condiciones logísticas no son las que nos imaginamos. Y si se lleva para atender solo a españoles, también habría generado polémica.

P. ¿Es probable que se haya contagiado el marido de la auxiliar?

R. Debe pasar 21 días de cuarentena para saber si ha desarrollado la infección. De haberse contagiado, todavía estaría en los primeros días o en una fase incipiente después de haber estado en contacto con su mujer. En esa primera semana en que convivió con su mujer, el virus está en una fase inicial, no de expansión absoluta. Al principio no tienes casi síntomas, apenas un poco de fiebre. Hay riesgo de transmitir, pero es muy limitado, mucho menor que cuando ya se desarrolló.

P. ¿Cuánto tiempo sobrevive el virus en el ambiente?

R. Tenemos infecciones como la enfermedad de Chagas, que puede estar hasta 40 años en el tejido cardiaco y el sujeto no desarrolla ninguna sintomatología. Con el ébola sabemos bastante, pero tampoco se conoce al detalle, porque en África no se hace una autopsia en condiciones apropiadas y menos en pleno brote. Olvídate de hacer un seguimiento como nos gustaría. Por ejemplo, por las condiciones del semen, es un medio donde el virus se puede acantonar durante semanas incluso después de haber sobrevivido a la enfermedad. El virus puede estar durante varios días en sangre, pero en la ropa lo lógico es que muera a las 48 horas. Si cierras herméticamente los efectos de una persona durante una semana, ya no queda nada. El ébola es un virus muy lábil, en el exterior se muere con nada.

P. ¿Tiene críticas a la gestión que se ha hecho de la crisis?

R. Estamos en un país de tertulianos en el que la gente habla de todo. Todos somos especialistas en todo. Esto ya pasó con Sancho Rof y el "bichito que se cae de la mesa". La rueda de prensa del otro día me recordó a aquella de la colza. Hay un lado que es el de los especialistas y hay otro lado, el de la política, que se nutre de lo que todos conocemos: la mediocridad. Los políticos se rodean de gente mediocre y válida. Lo que dice la gente válida, como no es lo que quieren oír, no lo aceptan y siguen el consejo del mediocre. La información especializada está centralizada, pero a la vez dividida en distintas comunidades autónomas y cada una sigue su propio criterio. Y de ahí surge parte del cacao. Hay que tener gente especializada y no vale el asesor de turno, sino alguien de la sanidad pública.

P. ¿Hasta qué punto han afectado los recortes a la gestión de la crisis?

R. En España muere gente de malaria. A medida que vas desmantelando el Sistema Nacional de Salud, más posibilidades hay de que alguien que viaje por ahí con una enfermedad tropical se te escape. Pero este brote se va a controlar, como se ha controlado en Nigeria pese al riesgo tremendo que ha habido en algunas grandes ciudades con gran peligro de exposición. Con respecto al desmantelamiento del Carlos III, a veces hay que ponerse en el papel de los políticos cuando deciden qué es más necesario. Ellos no han visto ninguna necesidad de mantener un hospital de infecciosos especializado en un momento en el que se quedaban sin recursos. No hicieron previsiones de que pudiera llegar el ébola a Madrid y que se diera una situación como esta. Aun así, hay centros de referencia especializados en enfermedades tropicales importadas. Otra cosa son las condiciones que tú tengas, porque las infraestructuras estaban ahí: no tenía por qué haber pasado esto. Si se hubiera logrado curar a un misionero, se habrían podido poner una medalla. Y se la habrían puesto. Pero se ha dado un error en unas condiciones de estrés extremas.

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